Una recopilacion de articulos periodisticos de diferentes autores que lei y que me parecieron importantes

lunes, noviembre 19, 2007

peru 1- brasil 1- en la Nacion - Argentina

Igualaron 1 a 1 en Lima y los dirigidos por Dunga no lograron acercarse a la Argentina, que lidera las eliminatorias; Kaká y Lucio en contra, los goles
LANACION.com | Deportiva | Domingo 18 de noviembre de 2007

miércoles, noviembre 14, 2007

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las fotos y noticias del washingonpost

domingo, enero 07, 2007

Camino al 19: La inclusion empieza por casa



Punto de vista: Camino al 19

"Si vamos a hablar de inclusión, una cosa debe quedar clara: si esta no empieza por casa, lo demás son tonterías"

Por Gustavo Rodríguez, escritor y publicista

Quien me ha citado en este enorme edificio de apartamentos es un viejo conocido que quiere hablarme de un proyecto de inclusión social. En el vestíbulo pienso en el último CADE y que su tema tuvo el mismo nombre.

El ascensor se abre, meto el cuerpo, y el tema no me suelta. Inclusión social. Inclusión social. Recuerdo a la ministra Verónica Zavala declarando de qué manera el Estado debe ser reformado para que todo ciudadano peruano sienta que es servido. Busco el botón indicado, pero mis ojos son más lentos que mis pensamientos. Por fin aprieto el 19 y me llega una reflexión de Patricia Teullet: que la sobrecarga de la corrupción equivale a que los peruanos paguemos un 20% más de impuestos. Quien no tenga recursos para este "impuesto" extraordinario, no participará del proceso.

La puerta está por cerrarse cuando oigo pasos que corren hacia ella. Busco el botón de abrir la puerta, y a las justas lo consigo. Broma personal: compartir un ascensor es una forma de inclusión.

Quien me acompaña parece ser un mensajero. Nos sonreímos, pero no cruzamos palabras. El ascensor por fin empieza a subir, y miro de reojo al espejo. Mi acompañante se parece a un antiguo compañero cusqueño y, quizá por eso, recuerdo lo que una vez escuché en una mesa de debate: "Para los pobladores de Urubamba, Machu Picchu es territorio de gringos". Increíble: tenemos un Disney World que muchos peruanos no consideran suyo porque no pueden costearlo. En un piso intermedio baja mi fugaz acompañante y me quedo solo con el espejo. Me abrocho el primer botón de la camisa. ¿Qué proyecto de inclusión tendrá mi amigo?

Me vienen las palabras de John Bruton, el que fuera primer ministro de esa Irlanda que saltó al desarrollo: el Perú está en un momento crucial. Tenemos millones de niños en las calles que en unos años pueden ser nuestra principal riqueza. Si no aprovechamos nuestro buen momento económico y les damos acceso a la educación, habremos perdido una oportunidad histórica. Es inquietante saber que nuestro país está a un paso de irse para arriba o para abajo. Sin embargo, mi ascensor la tiene clara: sigue subiendo, aunque lentamente.

Falta un piso. Antes de que se abra la puerta recuerdo una entretenida polémica entre Jorge Avendaño y Enrique Ghersi sobre justicia e inclusión. Ambos coincidían en que llevar justicia eficiente a las mayorías no es cuestión de tener más presupuesto: es cuestión de decisión.

Salgo del ascensor y camino al departamento. Imagino que su vista debe ser maravillosa. Toco y se demoran en abrirme. Mi amigo es un empresario que nunca se interesó en los temas sociales. Nuevamente me pregunto, ¿de qué tema de inclusión querrá hablarme? ¿Tendrá piscina este edificio? El habitante de una barriada sin conexión a agua potable paga diez veces más por un metro cúbico que un acomodado poblador de San Isidro. Somos un país de paradojas.

Me abren por fin la puerta. La joven empleada de la casa me hace pasar y por sobre su hombro veo venir al dueño de la casa que abre los brazos jubilosos. Le sonrío, y pienso rápido. ¿Lo hago, o no lo hago? Decido que sí. Saludo a la chica con un beso en la mejilla, y ella se desconcierta. Quizá mi amigo también. Pero si vamos a hablar de inclusión, una cosa debe quedar clara: si esta no empieza por casa, lo demás son tonterías.

*www.toronja.com.pe

 

sábado, abril 08, 2006

Antes de mañana :9 de Abril

Punto de vista: Antes de mañana
Gustavo Rodríguez, escritor y publicista
(Publicado en El Comercio_9 de Abril)

Estimado José Carlos,
Mañana son las elecciones y quizá estés algo más nervioso que la última vez que nos vimos. Quizá recuerdes que me llevaste a un lado y me dijiste: ¿Qué hacemos para que Humala no sea presidente?




Yo me encogí de hombros y te dije: ¿Qué has hecho tú para que no lo sea?


Alguien se acercó en ese momento. No pudimos seguir hablando y me fui pensando que habías entendido mal mis palabras. No me refería a si llegaste a darle algún tipo de apoyo a los competidores de Humala. Me explico: esta primera vuelta en la que un candidato tan controvertido como Humala tiene las de ganar, no se da porque la gente sea bruta. O ciega. O porque le guste sufrir. Esas son generalidades de quienes ven la realidad que quieren ver.


Esta situación que te tiene nervioso se da porque Humala supo convertirse en el canal de protesta de una mayoría atávicamente excluida. Nunca antes se generó una lucha electoral tan marcada entre los peruanos integrados al mercado en todas sus dimensiones y los que siempre vieron el baile desde afuera.


Con mi pregunta quise decir: ¿qué has hecho desde tu posición para no acentuar la exclusión? ¿Dejaste de lado el discurso 'aspiracional' para justificar el uso de gente blanca en la publicidad de tus productos? Porque esas imágenes de gente blanca disfrutando una bonanza son leídas también como una clara advertencia de que el famoso 'chorreo' solo se ha quedado en ellos.


¿Aboliste ese memorando por el cual tus funcionarios de alto nivel entraban por la puerta principal y los de menor rango debían hacerlo por la puerta lateral? Porque debes darte cuenta de que si esa escena cotidiana fuera dibujada, la viñeta resultante sería una atroz caricatura de la diferenciación entre clases.


¿Dejaste esa mala costumbre de permitir que tu gente trabajara los fines de semana sin pago extra, mientras tú llegabas bien bronceado los lunes? Porque si yo estuviera en su lugar, y te viera nervioso por el alza de un determinado candidato, quizá yo mismo aplaudiría a aquel que te quita el sueño después de que tú me has quitado horas con mi hijos.


Pero salgamos de tu oficina, ¿sigues saludando a tu empleada de Carabayllo con un gesto lejano, porque te sentirías un poco degradado al solo abrazarla amistosamente? ¿Permites que se bañe en tu playa solamente cuando está por oscurecer, que es cuando tus vecinos no la pueden ver? Vamos a la calle, ¿has vuelto a exclamar desde tu autazo aquello que una vez te oí? Un taxista te había cerrado por ganarse un pasajero y le dijiste: ¡Cholo tenías que ser! ¿Qué habrá pensado al verte en tu carrazo insultándolo no por su imprudencia, sino por tener el color que le dio su madre?


Espero que con este compendio de acciones que sé que has cometido, entiendas por qué Humala será tan votado mañana. Él es un eslabón más de esa cadena esperanzada de fujimoris y toledos que, trágicamente, termina defraudándolos al no incluirlos en un proyecto de país viable.


De nosotros, los más afortunados, depende que algún día acabe esta pesadilla circular.




(*) TORONJA COMUNICACIÓN PERSUASIVA

miércoles, enero 18, 2006

Raza, botas y nacionalismo

Raza, botas y nacionalismo 
(publicado en el diario el Comercio-Lma-Peru, 15-01-2006 )
 
Por Mario Vargas Llosa, escritor
"Hablar de "indios puros" o "blancos puros" es una falacia. Esa pureza racial, si es que existe, está confinada en minorías tan insignificantes que no entran siquiera en las estadísticas"
 
 
 
La gira por Europa de Evo Morales, presidente electo de Bolivia, que dentro de unos días asumirá la primera magistratura de su país, ha sido un gran éxito mediático.
 
Su atuendo y apariencia, que parecían programados por un genial asesor de imagen, no altiplánico sino neoyorquino, han hecho la delicias de la prensa y elevado el entusiasmo de la izquierda boba a extremos orgásmicos. Pronostico que el peinado estilo "fraile campanero" del nuevo mandatario boliviano, sus chompas rayadas con todos los colores del arcoiris, las casacas de cuero raídas, los vaqueros arrugados y los zapatones de minero se convertirán pronto en el nuevo signo de distinción vestuaria de la progresía occidental. Excelente noticia para los criadores de auquénidos bolivianos y peruanos y para los fabricantes de chompas de alpaca, llama o vicuñas de los países andinos, que así verán incrementarse sus exportaciones.
 
Lo que más han destacado periodistas y políticos occidentales es que Evo Morales es el primer indígena que llega a ocupar la Presidencia de la República de Bolivia, con lo cual se corrige una injusticia discriminadora y racista de cinco siglos cometida por la ínfima minoría blanca contra los millones de indios aymaras y quechuas bolivianos. Aquella afirmación es una flagrante inexactitud histórica, pues por la Presidencia de Bolivia han pasado buen número de bolivianos del más humilde origen, generalmente espadones que habiendo comenzado como soldados rasos escalaron posiciones en el Ejército hasta encaramarse en el poder mediante un cuartelazo, peste endémica de la que Bolivia no consiguió librarse sino en la segunda mitad del siglo veinte. Para los racistas interesados en este género de estadísticas, les recomiendo leer "Los caudillos bárbaros", un espléndido ensayo sobre los dictadorzuelos que se sucedieron en la Presidencia de Bolivia en el siglo XIX que escribió Alcides Arguedas, historiador y prosista de mucha garra, aunque demasiado afrancesado y pesimista para el paladar contemporáneo.
 
No hace muchos años parecía un axioma que el racismo era una tara peligrosa, que debía ser combatida sin contemplaciones, porque las ideas de raza pura, o de razas superiores e inferiores, habían mostrado con el nazismo las apocalípticas consecuencias que esos estereotipos ideológicos podían provocar. Pero, de un tiempo a esta parte, y gracias a personajes como el venezolano Hugo Chávez, el boliviano Evo Morales y la familia Humala en el Perú, el racismo cobra de pronto protagonismo y respetabilidad y, fomentado y bendecido por un sector irresponsable de la izquierda, se convierte en un valor, en un factor que sirve para determinar la bondad y la maldad de las personas, es decir, su corrección o incorrección política.
 
Plantear el problema latinoamericano en términos raciales como hacen aquellos demagogos es una irresponsabilidad insensata. Equivale a querer reemplazar los estúpidos e interesados prejuicios de ciertos latinoamericanos que se creen blancos contra los indios, por otros, igualmente absurdos, de los indios contra los blancos. En el Perú, don Isaac Humala, padre de dos candidatos presidenciales en las elecciones del próximo abril --y uno de ellos, el teniente coronel Ollanta, con posibilidades de ser elegido-- ha explicado la organización de la sociedad peruana, de acuerdo a la raza, que le gustaría que cualquiera de sus retoños que llegara al gobierno pusiera en práctica: El Perú sería un país donde sólo los "cobrizos andinos" gozarían de la nacionalidad; el resto --blancos, negros, amarillos-- serían sólo "ciudadanos" a los que se les reconocerían algunos derechos. Si un "blanco" latinoamericano hubiera hecho una propuesta semejante hubiera sido crucificado, con toda razón, por la ira universal. Pero como quien la formula es un supuesto indio, ello sólo ha merecido algunas discretas ironías o una silenciosa aprobación.
 
Llamo a don Isaac Humala un "supuesto" indio, porque, en verdad eso es lo que han dictaminado que es sus paisanos del pueblecito ayacuchano de donde la familia Humala salió para trasladarse a Lima. Una socióloga fue recientemente a husmear los antecedentes andinos de los Humala en aquel lugar, y descubrió que los campesinos los consideraban los "mistis" locales, es decir los "blancos", porque tenían propiedades, ganados y eran, cómo no, explotadores de indios.
 
Tampoco el señor Evo Morales es un indio, propiamente hablando, aunque naciera en una familia indígena muy pobre y fuera de niño pastor de llamas. Basta oírlo hablar su buen castellano de erres rotundas y sibilantes eses serranas, su astuta modestia ("me asusta un poco, señores, verme rodeado de tantos periodistas, ustedes perdonen"), sus estudiadas y sabias ambiguedades ("el capitalismo europeo es bueno, pues, pero el de los Estados Unidos no lo es") para saber que don Evo es el emblemático criollo latinoamericano, vivo como una ardilla, trepador y latero, y con una vasta experiencia de manipulador de hombres y mujeres, adquirida en su larga trayectoria de dirigente cocalero y miembro de la aristocracia sindical.
 
Cualquiera que no sea ciego y obtuso advierte, de entrada, en América Latina, que, más que raciales, las nociones de "indio" y "blanco" (o "negro" o "amarillo") son culturales y que están impregnadas de un contenido económico y social. Un latinoamericano se blanquea a medida que se enriquece o adquiere poder, en tanto que un pobre se cholea o indianiza a medida que desciende en la pirámide social. Lo que indica que el prejuicio racial --que, sin duda, existe y ha causado y causa todavía tremendas injusticias-- es también, y acaso sobre todo, un prejuicio social y económico de los sectores favorecidos y privilegiados contra los explotados y marginados.
 
América Latina es cada vez más, por fortuna, un continente mestizo, culturalmente hablando. Este mestizaje ha sido mucho más lento en los países andinos, desde luego, que, digamos, en México o en Paraguay, pero ha avanzado de todos modos al extremo de que hablar de "indios puros" o "blancos puros" es una falacia. Esa pureza racial, si es que existe, está confinada en minorías tan insignificantes que no entran siquiera en las estadísticas (En el Perú, los únicos indios "puros", serían, según los biólogos, el puñadito de urus del Titicaca).
 
En todo caso, por una razón elemental de justicia y de igualdad, los prejuicios raciales deben ser erradicados como una fuente abyecta de discriminación y de violencia. Todos, sin excepción, los de blancos contra indios y los de indios contra blancos, negros o amarillos. Es extraordinario que haya que recordarlo todavía y, sobre todo, que haya que recordárselo a esa izquierda que, arreada por gentes como el comandante Hugo Chávez, el cocalero Evo Morales o el doctor Isaac Humala están dando derecho de ciudad a formas renovadas de racismo.
 
No sólo la raza se vuelve un concepto ideológico presentable en estos tiempos aberrantes. También el militarismo. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, acaba de hacer el elogio más exaltado del general Juan Velasco Alvarado, el dictador que gobernó el Perú entre 1968 y 1975, cuya política, ha dicho, continuará en el Perú su protegido, el comandante Ollanta Humala, si ganase las elecciones.
 
El general Velasco Alvarado derribó mediante un golpe de Estado el gobierno democrático de Fernando Belaunde Terry e instauró una dictadura militar de izquierda que expropió todos los medios de comunicación y puso los canales de televisión y los periódicos en manos de una camarilla de mercenarios reclutados en las sentinas de la izquierda. Nacionalizó las tierras y buena parte de las industrias, encarceló y deportó a opositores y puso fin a toda forma de crítica y oposición política. Su desastrosa política económica hundió al Perú en una crisis atroz que golpeó, sobre todo, a los sectores más humildes, obreros, campesinos y marginados, y el país todavía no se recupera del todo de aquella catástrofe que el general Velasco y su mafia castrense causaron al Perú. Ese es el modelo que el comandante Chávez y su discípulo el comandante Humala quisieran --con la complicidad de los electores obnubilados-- ver reinstaurado en el Perú y en América Latina.
 
Además de racistas y militaristas, estos nuevos caudillos bárbaros se jactan de ser nacionalistas. No podía ser de otra manera. El nacionalismo es la cultura de los incultos, una entelequia ideológica construida de manera tan obtusa y primaria como el racismo (y su correlato inevitable), que hace de la pertenencia a una abstracción colectivista --la nación-- el valor supremo y la credencial privilegiada de un individuo. Si hay un continente donde el nacionalismo ha hecho estragos es América Latina. Esa fue la ideología en que vistieron sus atropellos y exacciones todos los caudillos que nos desangraron en guerras internas o externas, el pretexto que sirvió para dilapidar recursos en armamentos (lo que permitía las grandes corrupciones) y el obstáculo principal para la integración económica y política de los países latinoamericanos. Parece mentira que, con todo lo que hemos vivido, haya todavía una izquierda en Latinoamérica que resucite a estos monstruos --la raza, la bota y el nacionalismo-- como una panacea para nuestros problemas. Es verdad que hay otra izquierda, más responsable y más moderna --la representada por un Ricardo Lagos, un Tabaré Vásquez o un Lula da Silva-- que se distingue nítidamente de la que encarnan esos anacronismos vivientes que son Hugo Chávez, Evo Morales y el clan de los Humala. Pero, por desgracia, es mucho menos influyente que la que propaga por todo el continente el presidente venezolano con su verborrea y sus petrodólares.
 
LIMA, ENERO DE 2006
© MARIO VARGAS LLOSA, 2006.
© DIARIO "EL PAÍS", SL/ MARIO VARGAS LLOSA. PRISACOM.
EXCLUSIVO PARA EL DIARIO EL COMERCIO EN EL PERÚ.

    

domingo, enero 15, 2006

El comportamiento del racismo en el Perú es plástico, adaptativo"

(publicado en el diario EL Comercio 15-01-2006)

RAFO LEÓN. El creador de la China Tudela Loveday tiene el convencimiento de que el rechazo entre peruanos se exacerba en elecciones

Una vez más, la contienda electoral saca la bandera del racismo como blanco de ataque entre los candidatos. Pocas personas tan autorizadas como Rafo León, creador de uno de los personajes que mejor refleja la discriminación en el Perú, para intentar explicar este fenómeno complejo que da cuenta de diferencias irreconciliables entre los peruanos.

El racismo es un tema que se pone en el tapete con cada proceso electoral. ¿Por qué?
Las elecciones son una oportunidad para enfrentarte al tema de la representación, es decir con qué candidato te sientes expresado, reflejado, o lo que estamos viendo ahora, qué candidato te permite odiar de manera legítima.

¿Y a quién o quiénes representa Humala?
Humala, en este momento, es un apellido que agrupa distintas variantes y concentra varios sectores: Antauro, decididamente, es el brazo lumpenesco; está el desquiciado de Ulises, que habla de decapitaciones y ejecuciones; y por supuesto, está Ollanta Humala que representa al cholo achorado militarote, alimeñado, que causa mucho miedo. El apellido Humala, entonces, concentra una serie de peligros que el 'establishment' limeño ve con verdadero espanto.

¿Cómo se refleja ese miedo?
Por ejemplo, estoy francamente impresionado de cómo cierta prensa escrita, televisada y radial, enfrenta el tema Humala. Creo que hay que aclarar la opción Humala, como hay que aclarar todas las demás, pero apertrecharse en un feudo social y reaccionar con paranoia es lo peor que puede pasar en este momento. No solamente porque se termina alimentando al candidato al que se recusa, sino porque ahondas las brechas que en este país son peligrosísimas, y que puede tener una salida muy seria y muy violenta. Esa reacción de la prensa, básicamente joven, me parece sumamente irresponsable.

¿Somos un país muy racista, polarizado?
El racismo en el Perú definitivamente existe. Tenemos datos concretos, dados por el Indecopi, sobre multas a discotecas por discriminación racial, o las terribles cifras del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, así que es un hecho innegable.

¿Más allá de los insultos durante las elecciones, cómo se expresa diariamente?
El comportamiento del racismo en el Perú es muy plástico, es adaptativo. No vivimos en un 'apartheid' con reglas de exclusión establecidas; la discriminación es más bien sutil, pero sumada a ciertas condiciones económicas y a determinadas ideas, configura un fenómeno de exclusión mucho más complejo, que va más allá de lo racial.

Un buen ejemplo de esa conducta discriminadora
El caso de Toledo, por ejemplo. A él no se le ha perdonado una, por el hecho de ser como es. No solo genera ese rechazo por sus rasgos físicos, sino también por su pertenencia a un patrón de conducta que es considerado bien cholo: no puede ocultar su arribismo, se engolosina en el poder, apenas se le da una oportunidad de codearse con una personalidad enloquece. Creo que eso es lo que la pituquería no admite y no le perdona a Toledo ni al empresario exitoso con el que tienen que convivir en su playa.

Como diría la China Tudela, no le perdonan la osadía de querer ser parte de la GCU (Gente Como Uno)
Claro. ¿Quién es este agentado?, dicen algunas personas, y si bien se trata de una expresión horrorosa, se utiliza, y ese tipo de expresiones, de las que hay muchas, son un reflejo de esa discriminación. A Toledo justamente se le ha atacado tanto porque tiene el síntoma físico del prototipo del cholo, pero también el social.

Lo que demuestra que los problemas de discriminación y exclusión abarcan muchos aspectos complejos
Efectivamente, si nos quedamos simplemente en la evidencia física de la raza no podremos entender nada de lo que está ocurriendo actualmente en el Perú. Por ejemplo, podrá parecer frívolo, pero una tiranía evidente es la cultura del buen gusto. Ese es uno de los elementos de mayor exclusión, por lo menos en Lima. Existen reglas no escritas, tácitas, sobre lo que son el buen y el mal gusto, que se ejercen día a día en ciertos sectores sociales altos, y que constituyen barreras de discriminación absolutamente contundentes.

¿Cuáles son esas reglas?
Creo que nadie sabría formularlas con mucha claridad. Lo más revelador que he leído sobre eso fue un e-mail que circuló hace cinco años por toda Lima: el famoso Cholómetro. Se trataba de una tabla de supuestos comportamientos del patrón cholo. Si te sacabas un puntaje alto, debías pensar seriamente en que algo andaba mal contigo

Pero hasta cierto punto es natural que ciertas cosas te parezcan de mal gusto...
Ciertamente, a mí me produce escalofrío cuando las personas aplauden porque aterriza el avión, o me espanta pensar que mi vecino va a sacar los parlantes y el cajón de cerveza y va a armar una fiesta en el pasillo
Eso es de bastante mal gusto, pero yo también me pregunto cuánto de mal gusto hay en las cirugías plásticas de la pituquería que hace que todas las mujeres se vean exactas y crean que son diferentes... Esa burda manera de apegarse a lo físico es de pésimo gusto, como lo es decorar tu casa bajo los principios del feng shui para que el marido se coquee en el sillón.

Se trata de una discriminación más encubierta
Sobre todo más sutil. Con todo, la derecha y la pituquería tienen cierta sutileza para expresar esta exclusión. Isaac Humala, por ejemplo, no tiene ninguna. Él declara, abiertamente, que solo les dará ciudadanía a los cobrizos y punto. La derecha no va a ser nunca así de clara

¿Porque es políticamente incorrecto, porque la discriminación es inconsciente? ¿A qué responde la sutileza?
Hay cierta conciencia de que estas cosas no se pueden decir en público, salvo la China Tudela, por supuesto, así que estas expresiones se quedan en el ámbito de la conversación privada, se escuchan en circuitos muy cerrados donde se permite muchísimo.

Ahora, el discriminado no necesita que se lo digan para saberse excluido
Por supuesto, el discriminado se estrella con su condición cuando llega a una discoteca y no lo dejan entrar; y después de eso va a ser muy difícil que vote o le crea a Lourdes Flores, a Paniagua, o a Salinas. La discriminación se siente, es evidente.

¿Y es cada vez peor?
Difícil decirlo. Por ejemplo, estoy viendo las repeticiones de Ferrando, que resultan muy interesantes verlas con otros ojos, y si comparas eso con Laura Bozzo, te das cuenta de que se ha retrocedido. En el caso de Bozzo, no solo asistes a la imagen de un sector social muy denigrado, sino animalizado. Creo que Ferrando llegó a construir un universo en el que la gente se podía sentir medianamente retratada con un cierto humor, y al ponerle esa distancia les reservaba una cierta dignidad. En el caso de Bozzo, la discriminación es frontal, es brutal, sin ningún matiz.

¿Qué es lo que defiende o perpetúa esta conducta de la exclusión?
Básicamente, la experiencia del privilegio. Sentirte el elemento actuante y terminal de una tradición muy larga de 400 años, donde tú no has participado de un mundo de sujetos de derecho, sino de sujetos de privilegio. Esa situación de privilegio se traduce en el día a día. Por ejemplo, hace unas semanas se juntaron ocho vuelos en el aeropuerto a las 12 de la noche. Era una locura, había miles de personas esperando pasar por migración. En eso llegó una señora limeña típica, de esas regias, se paró y habló en voz muy alta: qué ridículo, no me he pasado ocho horas en un avión para pasarme seis en un aeropuerto. Y se metió y pasó.

Como si fuera dueña del mundo
Es exactamente eso: el dominio de la realidad a partir de la noción de privilegio. Eso es lo que se defiende.

Y obviamente el que llegue alguien que no representa este privilegio al poder es terrible
Es la peor amenaza. Ahora la pregunta es por qué, por ejemplo, una vez que Fujimori llegó al poder, ganándole a Vargas Llosa, cierta derecha se le plegó tan rápido. Yo tengo una hipótesis: a los peruanos les fascina el autoritarismo y Fujimori les vendió la idea de que él podía poner el orden que ellos reclamaban. Se convirtió en una especie de buen capataz de la hacienda, que anda con el látigo en la mano y hace el trabajo sucio que tú ni quieres ver

Algo en lo que perfectamente podría convertirse Ollanta Humala.
Perfectamente, tiene todos los elementos. En primer lugar, porque lo primero que vehiculiza Humala es esa fascinación por el autoritarismo. Además, ya está coqueteando con la derecha, hay quienes lo están buscando

Y en ese escenario los que hoy le temen olvidarían los elementos radicales de su discurso
Por supuesto. Como decíamos, el racismo en el Perú es muy plástico, se va adaptando. Fujimori tenía todos los elementos para no ser querido por la derecha y se convirtió en líder indiscutible de buena parte de ella.

Pero sin renegar de esa base popular que le dio su voto
Es que su talento radica en saber darle gusto a la derecha a través de la pasividad del pueblo. Aparentemente ese perverso modelo es el más deseable, porque implica tranquilidad y orden, las cosas están en su lugar y nada se mueve.

Ahora, tú en tus viajes tienes el privilegio de ir a lugares donde no llega nadie. ¿La gente que conoces en estos sitios tan aislados ha enganchado con Humala? ¿Es cierto que el voto viene de ahí, de los absolutamente excluidos?
Creo que el voto de Humala viene de cierto tipo de excluidos del sur. No quiero hacer un juicio apresurado, pero tengo la impresión de que en sectores bajos del interior del país ahora es Humala, pero más tarde podrá ser quien les ofrezca algo elemental. Puede ser una bolsa de arroz o una carretera. Si no, no te explicas por qué ese caudal fujimorista ha pasado a Humala. Creo que no es guiado por un factor cultural ni político, sino por el factor del acomodo y la conveniencia derivados de la miseria.

Porque tienen la esperanza de recibir algo
Pero ese algo es elementalísimo. El mayor destructor del partido político es la pobreza, es la marginación, es la exclusión, es la miseria. No hay que hacer un trabajo demasiado delicado para tirarte en contra de los partidos políticos tradicionales y ganarte a una masa en este país.

¿Por qué el tema de la exclusión y la discriminación no se discute, por qué solo se usa para el insulto?
Te contestaré como 'yuppie' tecnócrata: una de las cosas que no hay en el Perú --y creo que va a ser muy difícil que haya-- es una visión compartida de desarrollo. Cada quien apunta a lo suyo. Por ejemplo, el empresario --que sin duda ha evolucionado-- considera que está cumpliendo su responsabilidad con el país a partir de la generación de empleo. Ahí está su cuota. Más allá de eso no está dispuesto a conceder; por tanto, no hay ninguna voluntad de construir un poder democrático que tenga en cuenta, en similares condiciones, a aquella otra gente que es parte de su planilla y punto. Para muchos empresarios sus trabajadores son simplemente recursos. No hay una voluntad dialogante ni concertadora. Esa creo que es la consecuencia más grave de todo este asunto.

¿No hay puntos de encuentro?
Se pueden buscar, pero es bien complicado. Yo analizo, leo y pienso, y siempre llego a una conclusión elemental, cliché como ella sola: el problema está en la escuela, la educación. En el Perú uno mama la exclusión desde el momento en que entra o a una escuela pública o privada. Ahí, oficialmente, se legitima la diferencia. Ese es un elemento clarísimo de diferenciación muy primario que ya no tiene sutura. Puede que a lo largo de la vida haya puntos de coincidencia por intereses económicos, razones laborales o sociales, pero el sentido de la exclusión ya está sembrado.

¿Por qué hay tanto temor al otro?
Tengo la impresión de que estos fenómenos se dan en el Perú de una manera especialmente aguda, pero no tenemos el privilegio. En Chile, donde estuve hace poco, ante la ausencia de elementos de diferenciación gracias a la estabilidad económica han empezado a desempolvar títulos nobiliarios, es la última moda. Y bueno, no hablemos de los horrores europeos con los migrantes. En el fondo el sentido de la diferencia es muy fuerte. Creo que el temor al otro está dado por el horror a la pobreza, a la limitación de tu estándar de consumo.

¿Crees que en algún futuro lejano o cercano habrá posibilidad de integración?
Pienso que sí hay indicadores de que la integración es posible. Si vas a Arequipa, por ejemplo, y hablas con un arequipeño tradicional, te va a salir con el 'rollo' de que hace 25 años están invadidos por los puneños, que la informalidad y el Estado destruyeron el parque industrial que era ejemplar, que están en la miseria, etc. Sin embargo, vas al Saga de Arequipa, que tiene doce multicines, y resulta que no cabe un alfiler, porque es una ciudad repleta de consumidores.

¿De nuevos consumidores?
Claro, físicamente no se parecen en nada a ese señor que me dijo que Arequipa ya no existía. Ahí hay una democratización, por lo menos a partir del consumo. Lo mismo ocurre en los conos en Lima, o con la señora de Huanta que borda flores en las zapatillas y tiene que tratar con un comprador de Ripley. Ahí tenemos verdadera democracia, por lo menos desde un punto de partida elemental, cotidiano, diario.

LA FICHA
NOMBRE: Rafo León.
NACIMIENTO: Lima, 1950.
FORMACIÓN: Estudió Literatura y Lingüística en la PUCP.
TRAYECTORIA: Lleva 25 años como periodista, crítico y columnista en medios escritos. Es creador de personajes reconocidos como Caín y Abel, José del Salto Cadbury y la China Tudela Loveday.
PUBLICACIONES: "La China Tudela: Antología de sus crónicas", "Rutas secretas del Perú. The secret By-ways of Perú", "La China Tudela y la panaca real" y "Viajes de perro. Crónica de travesías y extravíos". Desde hace seis años conduce y dirige el programa "Tiempo de viaje".


Por Patricia del Río

lunes, diciembre 27, 2004

Y nació Dios

por Fernando Berckemeyer Olaechea / Analista (diario El Comercio Lima-Peru,Dic28)

Alguna vez escuché a un sacerdote decir que, bien vistos, el día de la Navidad le impresionaba más que el de la muerte de Cristo. Después de todo, decía, hay más distancia entre Dios y el hombre que entre el hombre y la muerte.
La idea es ciertamente poco convencional. Aquello en lo que los cristianos tendemos a centrarnos es en la impactante muerte de Cristo. Pero es bastante más que eso: creo que, queriéndolo o no, el religioso dio en un blanco clave con ella: la muerte de Jesús venía prefigurada en el hecho de su nacimiento. La Navidad es la historia del Dios que se hace hombre. Es, pues, de forma casi sinonímica, la historia del Dios que se hace débil, vulnerable, mortal. Es la historia de la omnipotencia que, por amor, renuncia a sí misma, para tomar la más frágil de las formas de la ya de por sí frágil carne: la del niño. El bellísimo regalo de Cristo a los hombres se vislumbra, pues, en toda su enternecedora entrega, en la figura de ese niñito de Belén que, como todos los niñitos, solo se sosiega cuando se siente envuelto en el abrazo protector de su madre.
No puede ser más revolucionaria la historia de este día. No puede ser más revolucionario este nuevo dios. Créase que es Dios auténtico, o créase que el suyo es simplemente un bonito cuento más dentro los muchos con los que los hombres tratan de completar su mundo inventándose divinidades, su historia rompe esquemas. Un dios que nace. El solo concepto parece una contradicción en los términos. Es como si el lenguaje mismo no nos alcanzara para decir la Navidad. Como si el cosmos entero se hubiese roto, subvertido: Dios es hombre.
Los muchos viejos dioses de la humanidad, aquellos que, áureos y brillantes, poderosos y distantes, habían aterrorizado a los hombres durante tanto tiempo, mirarían entre indignados y despectivos a este Dios en su cuna. ¡Qué diría el tronante Zeus! ¡Cómo bramaría el chacal Anubis! ¡De qué forma blandearía su cimitarra Marduk! Y, sin embargo, dos mil años después, la humanidad sigue contando sus días a partir de este, en el que apareció el niño-Dios.
Y es que algo realmente maravilloso pasó ese día en el que, bajo el cielo de Judea, Dios quiso sentir el clima en su piel. Algo tenía que cambiar para siempre desde el día en que Dios pudo sentir el calor, el frío, el hambre, las caricias de María y el ponerse del sol. Ese increíble día desde el que pudo jugar, tener amigos, sentir el miedo e, incluso, llorar, como en aquella noche terrible de Getsemaní.
Sí: las entrañas mismas del mundo tienen que trastocarse cuando Dios llora y nos llama "hermanos". La soledad del hombre había terminado. El amor, ese que como decía Dante "mueve el cielo y las estrellas", se había encarnado ese día, y caminó con nosotros. Ya nada podría ser igual.